Voy camino a buscar el pan de cada día y me encuentro con ese olor de perfume que me gusta mucho, camino por las escaleras eléctricas y persigo ese olor, un perfume suave de mujer, que he deseado comprar, pero nunca tengo dinero para tal. Ahí voy detrás de el, ¿será esa chica, la señora, o quién ? ¿Y voy de.... trás ? Vaya asombro de mis ojos que ignoran toda la perspectiva de los demás sentidos, sí, que quede subrayado lo mucho que perdemos con sólo ver. Pero el resultado de mi investigación me basto con sólo oler. Claro, claro no eran aquellas mujeres quienes olían a el, era el chico limpio de vestimenta formal y de un bonito caminar que olía al maravilloso perfume. Y me pregunto ¿A quién se le ocurrió ponerle género a las cosas: como perfumé de dama, perfume de caballero? Quizás sea sólo por analogía y las categorías que buscamos darle sentido a los objetos, hasta resulta razonable en tal sentido, pero donde perturbamos una cosa por un sexo cuando las cosas por más razonables e ideales no deberían estar relacionadas por naturalidad con el determinismo sexual del ser humano, además en la realidad las cosas no deberían tener género. Esto tiene que ver en mucho la propuesta idealista del lenguaje sobre la realidad del perfume, es perfume no es ella ni el, no sólo para "ella" ni sólo para "el". Demonios no es de nadie la cosa. La cosa es. Demonios el error es el lenguaje, el sentido heterosexual de las cosas que creemos que son naturales, o mejor aún yo no debí ponerle un "ella" sin saber en decencia el valor de la cosas que es mucho más grande que el lenguaje. Resultado: (1) no debemos poner el lenguaje por encima de la realidad, (2) debemos tener una multiplicidad de perspectiva al momento de pensar las cosas que son relacionadas con el sujeto en cualquier circunstancia. Por qué las cosas son independientes de la inteligencia del ser humano. Además. (3) Tanto que yo soy imprudente en mi lenguaje por utilizar tales determinismo al referirme sobre las cosa en la habitual de mi escritura pues caigo en el error mismo del que hablo. (4) Cada quién puede oler a lo que quiera, el sexo es sólo referente a los órganos pero en ningún sentido determina al sujeto y a sus gustos.