martes, 13 de diciembre de 2011

Juan Benito Días de Gamarra y Dávalos

·         Juan Benito Días de Gamarra y Dávalos  (1745-1783)

Vida: nace en 1745 el día 5 de agosto en Zamora[1] fue pensador y profesor michoacano, fuertemente interesado por la filosofía  moderna, estudio en el colegio de San IIdefonso de México, 15 de septiembre de 1764[2] ingreso a la congregación del Oratorio de San Miguel el Grande. Entre 1767 y 1770 fue su procurador en Madrid y en roma[3], en Europa en la Universidad de Pisa se titulo de doctor en Cánones, fue socio de la Academia de ciencias de Bolonia y protonotario apostólico. Gamarra fue rector, prefecto de estadios y tres veces catedrático de filosofía en el colegio de San Francisco de Sales de San Miguel el grande en México[4]. Fallese el primero de noviembre de 1785.[5]
A lo largo del tratado vemos que Gamarra hace fuertes críticas a la moral, a la educación, a la sabiduría y la salud.
En este ensayo hare ciertas connotaciones de los Errores acerca de la moral.

Ø  No querer escuchar la verdad[6].
Al principio Gamarra critica a la filosofía antigua y a la moderna, porque no condecirá que en las posturas filosóficas hayan encontrado la verdad, partiendo desde el dogmatismo, retrocediendo hasta los griegos, con el sofismo “se engañan por una ignorancia indigna de perdón”[7]. De los sofistas escribe Gamarra que argumentaban entre si pero con ira, sin comprender o aprender de un del otro tratando en si de solo defenderse, pero no reconocer un factor bueno de conocimiento, porque no había esa relación ni de verdad y falsedad. Y si alguien debía de criticar seria aquel de corazón sincero y libre de vínculos de pasión, sin ninguna intención de reconocimiento. Ahora en estos tiempos es difícil reconocer que exista alguien dentro de su postura que sea de tal perfil de la cual escribe Gamarra. Un filosofo debe estar dispuesto a la critica, a escuchar y ser criticado, pero el critico debe ser bueno sin ninguna intención por si mismo y sin pasiones  (como la ira). De cierta forma noble, deseoso de encontrar la verdad.

Ø  No querer decir la verdad[8].
De aquellos que mienten, que no tienen la verdad pero hablan, cuando hay una mentira hay una acción errónea confusa y hacen creer sin importancia alguna la verdad, huyen de su responsabilidad y alteran  las cosas, en esta parte se refiere a las personas que se ocupan de lo jurídico. Los llama embusteros, vanidosos, personas de falsa cara y de interés material; “¡que no se encuentre un hombre de bien que arranque a estos chismosos la engañosa máscara que cubre al lobo bajo la piel de oveja!”[9].

Ø  No fiarse de nadie.[10]
Los hombres de mal corazón aquellos que en su carácter son soberbios crueles siempre pelearan entre si, nada bueno saldrá de ellos, por lo tanto entre s se temen,  desconfían y es por miedo por envidia, por un falso honor. Habla de una fuerte hipocresía y de cierta pretenciosidad, en un ascetismo moral  y también intelectual habla de un caos, en esta disociación plantea que el hombre tiene por fuerza ser entre los hombres y un rechazo a la disociación en este conflicto de interés y de soberbia.

Ø  Fiarse de todos.[11]
En contra de la ingenuidad de las personas sea por ignorancia, debe haber una caridad pero siempre con prudencia, para ello procura escribir sobre la existencia de pocas personas confiables, solo los amigos quienes se ganan la confianza y se crea la solida de fraternidad.

Ø  Amar a los aduladores.[12]
Adular, y ser adulado no es virtud quien engaña con falsas verdades, se corrompe y se envenena, quien adula con interés, se refiere no solo a los filósofos también a los políticos a todos que lo hacen por reconocimiento. Ha veces hay ignorantes y necios pos sabios Reconocer  quien en verdad es buen ser.  Procura una humildad y una francesa, honestidad en el hombre al hacerlo y al reconocerlo pero con certeza.

Ø  Por ser estimado, hacer ridículo y odioso.[13]
Para Gamarra hay una gran diferencia entre “Amar y ser amado”, y, amarase y querer ser amado egoísmo, orgullo y vanidad, entra el criterio católico cristiano de “amar a  tu prójimo”. El amor propio hace ridículas a las personas, pensar  en los demás nutre a la sociedad como también  a si mismos.

Ø  Querer ser amado de todos, y no amar nadie.[14]
Ser amados, buscar serlo para no dar amor, este error es parecido al anterior, de las personas que solamente piensan en si mismos en los placeres y enriquecerse. Para ello Gamarra habla de que nos amemos mutuamente.

Ø  Querer los cargos y no las cargas.[15]
Cuando hay interés en ganar lugar un puesto entre el clericó, la gente rica, la ambición les corrompe su interés su responsabilidad, en sarcasmo escribe; “¡Dichosa América que vive bajo tan justos y piadosos jueces (…) pues las riquezas, las dignidades y los empleos, más honoríficos solo sirven a los que poseen para socorrer la miseria de los desdichados  (…) para mostrar (…) las aflicciones y calamidades publicas!”[16]

Ø  No procurar que haya doctos ni estimar a los que hay[17].
 Gamarra refiere que entre la gente con dinero buscan a gente docta (sabia), pero que en si los dos necesitan de si mismos, uno por sabiduría y el otro para alimentarse, dice que el docto no busca tener más monetariamente si no solo lo básico para sobrevivir, lo más importante es el saber, el uno alimenta el espíritu y el otro al cuerpo. La persona que tiene dinero es el más necesitado de saber. La riqueza nunca dará sabiduría puedes destruir el ingenio de los jóvenes.

Ø  Buscar a los doctos después de muertos.[18]
Leer a los doctos que ya no existen, aquellos que están muertos (Sócrates, Platón, Tulio, Demóstenes) buscar la buena sabiduría, no todos los antiguos fueron buenos, pero si procurar buscar. Además si fuera posible en América esto según Gamarra que hubiera más interés en las artes, existirían en el futuro doctos muertos de mucho ingenio algo bueno que buscar.

Ø  No querer tener hijos sanos ni valerosos[19].
El educar a los hijos con el ejercicio, mantener el cuerpo sano, darles una educación moral (católica), es el bien no solo en lo físico si no del alma. Cuando el joven esta labrando o en una cosecha su interés ya no es el mismo, hay un utilitarismo que corrompe el interés, pero es a causa de la necesidad de sobrevivencia. Sobre la vestimenta de las niñas el corcel lo considera una armadura, que daña el cuerpo, el pecho el corazón además que es incomodó. Sobre las enfermedades y el bien cuidado de los jóvenes en su salud.

Ø  No querer tener hijos ni hermosos ni sabios[20].
Procurar que a los hijos no se les contagie de varicela, para el cuidado tanto en la belleza como en la salud, el pueblo joven  suda y se fatiga, el cansancio y el abuso de trabajo, los agota y los agobia cuando pudieron haber leído un poco, por lo tanto se derramaba  el deseo por educación. Muchos ignoran  las letras, otros van por voluntad. Para Gamarra cultivar a los jóvenes en la educación, en lo espiritual  es lo importante. Todavía quienes estudian, se ven apocados pues sus ideales   son de sus padres, no son buenas ya que sirven solo a fines no importantes,  o  también llenos de ocio. Gamarra esta en contra de las ciencias útiles, (labrar), ignoran las ciencias del espíritu. A falta de volutda y deseo por la verdda , hay una nebulosa  y fragmentado interés, por causa de las utilidades y de la vanidad como también de a moda, una hipocresía contagiosa llena de solamente personalidad y no te sabiduría.

Conclusión:
Influenciado por la ética y la moral de Sócrates y Platón sus ideales son muy utópicos y de contraste religioso, aborrece la vanidad, egoísmo, deshonestidad, avaricia, pretenciosidad. Un humano debe ser humilde  precavido sin pasiones y honrado, y un a humano con mucha sentido espiritual  Hay una consistencia moral y ética, con un contendió todavía teológico, pero humanista. Gamarra fuertemente influenciado por la filosofía moderna que también criticaba, y denoto, que existe cierto interés principalmente en al critica acerca del conocimiento, no se si  leyó al Elogio de la Estulticia de Erasmo de Rotterdam, ya que también Rotterdam se quejaba, burlaba, criticaba lo que se consideraba como sabiduría en el renacimiento, de aquellos que se creían sabios y que en verdad no profundizaban.
Bibliografía

v Juan Benito Días de Gamarra y Dávalos, Tratados, Tercera edición Universidad  Nacional Autónoma  de México,  2008 



[1]  Juan Benito Días de Gamarra y Dávalos, Tratados, Tercera edición Universidad  Nacional Autónoma  de México,  2008  Pág.  XXXIX
[2] Ibídem
[3] Ibídem
[4] Ibídem
[5] Ibídem pág. XLII
[6] Ibídem pág 61
[7] Ibídem pág. 62
[8] Ibídem pág 65
[9] Ibídem pág. 67
[10] Ibídem.
[11] Ibídem pág. 70
[12] Ibídem  pág. 71
[13] Ibídem pág. 73
[14] Ibídem pág. 75
[15] Ibídem pág. 78
[16] Ibídem pág. 80
[17] Ibídem pág. 81
[18] Ibídem pág, 84
[19] Ibídem pág. 87
[20] Ibídem pág. 97

No hay comentarios:

Publicar un comentario