Pintaba sin pintar,
una pandora con rizas y desconsuelos al existir,
unos ruidos al matar afuera,
unos delirios de los vivos,
en los invencibles humanos,
en las esquizofrenias
caras tras verso de miedo
y se abrían los dedos con fuerza.
La sangre que bajaba,
me hacia recordar con tristeza,
¿Si en verdad valía la pena?
sum, sum, sum,
y era la pandora del existir.
Si, era el sacrificio de todos los días,
soy indudablemente el sacrificio de mi vida.
Ana Isel Espinosa Jaime
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