martes, 13 de diciembre de 2011

Berkeley

“Ser es, ser percibido[1], investigación de la Filosofía de G. Berkeley”

George Berkeley (1685 – 1753) se le ha considerado como inmaterialita con un idealismo subjetivo y también con una postura psicológica[2]. Aporto buenas ideas sobre el espacio, tiempo y movimiento para el desarrollo de la ciencia moderna[3]. Kant tomaría fuerte influencia de Berkeley sobre el conocimiento y de la concepción que tiene de la “idea” y de la “percepción”.

En esta época moderna, el concomiendo humano es el centro de toda investigación teórica y empírica. Locke diría que “la realidad en mucha parte es algo que nosotros suponemos”[4], Hume refiere “que pensar una cosa y pensarla como existente es uno y lo mismo”[5]. Berkeley definiría la existencia como todo lo que el humano pudiera percibir. Entonces ya abarcando estas ideas anteriores, lo que piensa el humano es lo que llamaremos ya no conocimiento, sino realidad. La pregunta seria ¿poder llegar al verdadero conocimiento en esta subjetividad, en esta postura donde el humano es el único que puede darle connotación de lo real?

Berkeley no niega la existencia, niega la materia, la “sustancia material”[6], ya que  “la extensión no tiene existencia fuera de la mente”[7], según los sentidos, esta corporeidad no es suficiente instrumento de conocimiento, es escaso y confuso, la misma visión, el olor, el tacto, el sonido, viene a nosotros, y si es percibido por el humano es ya una idea existente, todo dependiendo de la capacidad del humano, el dolor es captado por la razón.

Pero de lo que no percibimos, ¿es?, “no puede existir fuera de la mente un calor muy violento y doloroso (…) no puede existir si no es en un ser percipiente (…) no puede existir (…) en una substancia corpórea, no percipiente”[8], para ello Berkeley acepta solo “tres realidades: los espíritus, las ideas y Dios”[9], y todo puede ser entendido por el pensar del humano, tan íntimamente hay una relación en lo individual.
Entonces si yo no considero en mí el dolor de una quemadura que esta en efecto, si yo lo niego y no lo percibo no existe. ¿Pero como es posible estando cerca de mi no la perciba?, es obvio que no la puedo negar, pero si hay un fuego que quema muy lejos y no se de ello. ¿Puedo negar que no es?, porque no  lo percibo, ya que esta en otro lugar. Ahí puede a ver una confusión y falta de profundidad en esta reflexión de lo percibido. Entiendo que lo percibido puede ser en el momento, no hay una especifica relación de lo que es desconocido, y por desconocido me refiero lo que no esta a mi alcance, de mi percepción, de mi alrededor, porque “una cosa perfectamente desconocida e inconcebible no puede servirnos para concebir nada”[10], si puede haber seres que desconozco, no existen según Berkeley, si hay cosas que no conocemos pero damos por hecho, el infinito universo, Italia, la Muralla China.

Berkeley es racional teleológico. Para él existen dos estados uno es el ectípico o natural (creado por el tiempo) y el arquetípico (existe desde siempre en la mente de Dios)[11]. Si el humano es idea de un Dios supremo, ya “que tiene que haber alguna otra idea en la cual existan (…) un espíritu infinito y omnipresente que contiene y mantiene, (…) si existen realmente son percibidas necesariamente por una mente infinita”[12]. Entonces dentro del pensamiento de Dios, el humano siendo el único con tal cualidad tiene idea de los seres por percepción, pero solo se le llamara idea al humano, por lo tanto el humano es creación de  pensar, de una Mente: de la idea (Dios), de la idea (humano), hay ideas (seres que son percibidos), de estas ideas ultimas se le considera también existentes, entonces Dios no es corpóreo, no es materia pero es Mente, él es pensamiento (idea), y si yo  pienso en él como idea, como una idea grande y de él deviene el humano y de él también mis ideas, esto seria una radical postura, Berkeley no imposibilita las ideas del humano, les da mayor sustento existencial  dentro de la razón pero en tanto que es idea, pero no como materia. Más bien posibilita el conocimiento.

En este solipsismo divino ¿qué pasaría si yo dejara de pensar, que pasaría si yo no supiera de Dios, de una Mente pensante? se derrumbaría la postura de Berkeley, ya que no hay sustento idealista, porque es lo único que cree es en las  ideas.

Hay ciertas preguntas que Berkeley va en contra del nominalismo radical; “la verdad es que no hay significación precisa y determinada de cada palabra, pues todas ellas representan indiferentemente un gran número de ideas particulares (…) todo nombre, por el hecho de ser definido, queda restringido a una determinada significación”[13], entonces si la palabra  no determina la idea, ni tan poco el significado, las ideas, los seres son más que significado he idea, pero son algo que no puede ser definido perfectísimamente, Berkeley considera necesario el sentido común, cuando en verdad esto trasciende a más halla de lo común. Si la palabra ni el lenguaje son correctos, ¿Dónde podemos considerar como verdad tales ideas?, ahí es donde se adentra en lo espiritual e ideal.

El escepticismo hacia la materia hace detonar al humano como solo en lo espiritual, hasta una máxima trascendencia con una inteligencia, una gran mente de un ser supremo. Este pluralismo espiritualista, seria también de influencia a Leibniz en su monadología[14].

Dentro de las aportaciones del Berkeley son que nunca niega el pensar del humano, más bien se introduce en lo que puede ser del conocimiento “una idea que no es percibida por si misma, no pude ser medio para percibir otra”[15] se refiere a que el humano no pude negarse en su propia idea  y si se negara no seria medio para percibir a otros seres.

Berkeley no puede negar la sensibilidad, porque si bien la acepta por percepción racional aun todavía las acepta como tal, todavía es un instrumento un empirismo idealista y subjetivo e individual.

Otra idea en contra de la inmaterialidad, es que si bien lo sensible no es perfecto y la inteligencia va más halla de lo que es materia, es más una noción que idea, pero sin una profunda investigación metodológica, pues también niega de la filosofía naturalista y de las matemáticas,  para el no existe cosa alguna que no se pueda percibir en sentido común, como la micro- existencia de seres es imposible “de sondear, ni comprender”[16].

 Bibliografía
v  Berkeley, George, Ensayo de una Nueva Teoría de la Visión, Editorial Aguilar Argentina S. A.  Segunda Edición 1973.
v  Berkeley, George, Principios del conocimiento humano, Editorial SARPE, España, 1985.
v  Berkeley, George, Tres diálogos entre Hilas y Filonus, Editorial Aguilar Argentina S. A. Quinta Edición, 1968.
v  Hessen, Juan, Teoría del conocimiento, Messer Angusto, Realismo critico, Bestetro, Julián, Los juicios sintéticos “a priori”, Decimacuarta Edición, Editorial Porrúa, México, D. F. 2005.
v  Leibniz, Discurso de metafísica, Sistema de la naturaleza, Nuevo tratado sobre el entendimiento humano, Monadología, Principios sobre la naturaleza y la  gracia, Tercera Edición, Editorial Porrúa, S. A.  México  D. F. 1991.


[1] Berkeley, George, Tres diálogos entre Hilas y Filonus, Editorial Aguilar Argentina S. A. Quinta Edición, 1968, pág. 9
[2] Leibniz, Discurso de metafísica, Sistema de la naturaleza, Nuevo tratado sobre el entendimiento humano, Monadología, Principios sobre la naturaleza y la  gracia, Tercera Edición, Editorial Porrúa, S. A.  México  D. F. 1991 pág. XVI
[3] Berkeley, George, Principios del conocimiento humano, Editorial SARPE, España, 1985, pág. 14
[4] Hessen, Juan, Teoría del conocimiento, Messer Angusto, Realismo critico, Bestetro, Julián, Los juicios sintéticos “a priori”, Decimacuarta Edición, Editorial Porrúa, México, D. F. 2005 pág. IX
[5] Ibídem.
[6] Berkeley, George, Tres diálogos entre Hilas y Filonus, ob. cit. pág. 23
[7] Ibídem pág. 53
[8] Ibídem pág. 31
[9] Ibídem pág. 9
[10] Ibídem pág. 154
[11] Ibídem pág. 153
[12] Ibídem pág. 86
[13] Berkeley, George, Principios del conocimiento humano, ob. cit. pág. 51
[14] Leibniz, Monadología ob. cit. pág. XVII
[15] Berkeley, George, Ensayo de una Nueva Teoría de la Visión, Editorial Aguilar Argentina S. A.  Segunda Edición 1973, pág. 28
[16] Berkeley, George, Principios del conocimiento humano, ob. cit. pág. 141

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